19 may 2022

Misterios que la ciencia aún no ha podido resolver

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Hey babies! Es cierto que la ciencia cada vez está más avanzada, lo que antes era un completo misterio, hoy en día es lo más común del día, pero aún hay ciertos enigmas que a día de hoy, ni la más avanzada ciencia ha podido resolver y hoy traigo siete de ellos.

Efecto placebo

El cuerpo humano y su funcionamiento también resultan en una buena parte desconocidos. Imaginemos, por ejemplo, que pasamos varios días produciendo dolor a una persona de forma artificial. Y que al mismo tiempo controlamos ese dolor suministrándole morfina y que hacemos lo mismo durante los días que dura nuestro experimento, excepto en el último. Ese día, en lugar de la morfina habitual, le daremos al paciente agua con azúcar y ahí es donde se produce la sorpresa: el agua le produce el mismo efecto que la droga. ¿Cómo puede el cuerpo humano obrar tal milagro?

Durante el siglo XX se implantaron los fármacos como herramienta principal de la medicina, pero hasta ese momento, el efecto placebo había sido un instrumento imprescindible.

En 1955 se publicó una obra llamada "The Powerful Placebo", en la que se puso de manifiesto que alrededor del 30% de las enfermedades podrían ser tratadas con placebo. Posteriormente, a este primer estudio se ha demostrado que esa cifra aumenta al 70% e incluso al 100%.

Aún hoy en día se desconocen los mecanismos que intervienen en el efecto placebo, aunque se cree que, al calmar la ansiedad, el cuerpo puede liberar endorfinas que tienen un efecto parecido al de los narcóticos.

¿Cómo surgió la vida?

¿Surgió la vida aquí, en nuestro planeta o vino de fuera? Sigue siendo uno de los mayores enigmas de la ciencia. Existen hipótesis opuestas que sostienen ambas posibilidades. Para unos, las condiciones necesarias para que se produzca la vida (por lo menos tal y como la conocemos) son tantas y tan complejas que resulta un auténtico milagro que hayan sucedido, aunque sea solo una vez. Por alguna razón, esas innumerables condiciones se dieron en la Tierra en un momento dado y como resultado surgió la vida, un fenómeno muy difícilmente repetible.

Sin embargo, muchos de los ladrillos de la vida, en forma de aminoácidos, han sido encontrados en cometas procedentes de los confines de nuestro sistema solar, lo cual hace pensar en la posibilidad de que, de algún modo, los cometas sean responsables de sembrar esas semillas de la vida, que arraigaran solo donde se den las condiciones idóneas.

Esas mismas moléculas también se han descubierto fuera del Sistema Solar, en lejanas estrellas e incluso fuera de nuestra propia galaxia. ¿Podría la vida ser algo muy común en el Universo o es, como dicen algunos, una excepción? La respuesta aún está por llegar. Hasta ahora, y a pesar de nuestros esfuerzos, apenas hemos conseguido analizar una mínima parte de lo que hay ahí fuera.

¿Existen seres inteligentes ahí fuera?

Los científicos exploran todas las áreas a las que podemos acceder en el Sistema Solar desde hace décadas, y aún hoy en día no se ha encontrado ninguna muestra que indique que existe vida en algún otro lugar.

El agua es el elemento que más se busca como indicio irrefutable de la posibilidad de que exista vida más allá de la Tierra. En 1955 se descubrió el primer planeta extrasolar y fue el punto de partida para una exploración mucho más minuciosa fuera del sistema. A día de hoy se conocen mucho más de 800 exoplanetas, y varios de ellos comparten características con la Tierra, lo que podría dar lugar a condiciones proclives para la vida.

Para resolver esa incógnita se están usando todo tipo de estrategias. La más obvia es la de escuchar el Universo con la esperanza de detectar emisiones provenientes del espacio lejano que no puedan ser atribuidas a causas naturales. No es necesario que sean señales enviadas expresamente a nosotros. Hay que pensar que la Tierra está emitiendo muchas señales al espacio, ya que parte de las emisiones de radio y televisión no va de vuelta hacia nuestros receptores, sino que se pierden por el espacio y se alejan de aquí en todas direcciones a la velocidad de la luz.

En la actualidad ya contamos con programas destinados a escuchar el ruido que hace el Universo. El problema es que no sabemos ni dónde, ni qué buscar, de manera que se siguen varias estrategias. Algunos científicos buscan señales provenientes de estrellas que creemos que tienen mayor probabilidad de tener planetas parecidos al nuestro, otros siguen la estrategia de barrer todo el cielo y analizar metódicamente las señales recibidas a distintas longitudes de onda.

De momento no se ha encontrado nada, salvo alguna falsa alarma. Esto tampoco es sorprendente, ya que nuestra especie tiene unos cinco millones de años de antigüedad, y hace solo unas pocas décadas que conocemos las emisiones de radio. ¿Qué tecnología deben usar hipotéticas civilizaciones extraterrestres? Es posible que para ellos la radio sea una reliquia abandonada desde hace milenios. Esto, sin embargo, no detendrá la búsqueda y lo que debemos hacer es usar siempre la última tecnología conocida... y cruzar los dedos.

¿Cuál es la base biológica de la conciencia?

En contraste a lo que declaró René Descartes en el siglo XVII respecto a que la mente y el cuerpo son entidades totalmente separadas, un nuevo punto de vista es que todo lo que sucede en la mente se deriva de procesos en el cerebro. Pero los científicos apenas están comenzando a desentrañar dichos procesos. ¿Puede explicarse todo a base de un puñado de reacciones químicas o eléctricas o hay algo más? ¿Es el alma un simple (o no tan simple) reflejo de nuestra actividad cerebral o existe realmente como entidad independiente de nuestro físico?

Algunos apuntan que cualquiera de nuestras capacidades, incluida la consciencia de nosotros mismos, puede explicarse por medio de una actividad cerebral concreta. Otros, sin embargo, no están de acuerdo. En esta cuestión, apuntan algunos, podría incluso intervenir la física cuántica, ya que las partículas subatómicas de las que todos estamos hechos son capaces de violar todas las leyes físicas que nos son familiares.

El Acantilado de Kuiper

También en nuestro vecindario espacial hay misterios sin resolver. Si viajamos a los confines del Sistema Solar, más allá de Plutón, podremos ver algo muy extraño. De repente, y después de cruzar el cinturón de Kuiper, una región llena de cuerpos helados y de la que proceden muchos cometas, nos encontraremos con... nada. Los científicos llaman a este borde el Acantilado de Kuiper, y nadie tiene ni idea de por qué está ahí. Una posible explicaciones sería la presencia de un décimo planeta en el Sistema Solar, que limpiara los alrededores con su fuerza gravitatoria. Un planeta, además, gigante, incluso mayor que Júpiter. Solo que nada parecido ha logrado ser detectado hasta ahora...

¿Por qué tenemos tan pocos genes?

Para gran sorpresa de los biólogos, una vez que se descubrió la secuencia del genoma humano a finales de la década de 1990, fue evidente que tenemos solamente alrededor de 25.000 genes - aproximadamente la misma cantidad que la planta Arabidopsis, y no los más de 1000.000 que se creía. Los detalles sobre la manera en que esos genes están regulados y cómo se expresan es una pregunta central en la biología. Sin embargo, la perplejidad inicial de los biólogos se convirtió en una mueca al comprobar que el genoma no era el final, sino sólo el principio del camino.

Hubo que cambiar planteamientos, y de forma radical, ya que antes se pensaba que la complejidad de un organismo se reflejaba, y se debía en parte, al número de genes de su ADN. Sin embargo, la realidad es que, mucho más importante que su número, son las relaciones que los diferentes genes individuales pueden establecer entre ellos.

La función principal de un gen es codificar proteínas y dichas proteínas son las que regulan todas y cada una de las múltiples actividades de un organismo. La idea clásica de un gen, una proteína, tuvo que ser descartada al comprobar que un gen podia asociarse con otros para generar proteínas concretas, y que podía mantener varias de esas relaciones al mismo tiempo para crear varios tipos de proteínas. Así, la idea de genoma fue dando paso a la de proteoma, esto es, el mapa de proteínas. Algo que, por el momento, está por completo fuera de nuestro alcance.

Vacíos cósmicos

Cuando miramos al cielo, ya sea con los ojos desnudos o con el más potente de los telescopios, vemos ahí arriba millones de estrellas y de galaxias que parecen, pero solo parecen, distribuirse uniformemente por el espacio. Sin embargo, a gran escala las cosas no funcionan así. La materia, la que se agrupa en estrellas y galaxias, tiende a concentrarse en determinados puntos, en detrimento de otros.

Podríamos decir que la materia forma largos filamentos alrededor de grandes espacios vacíos. Pero algunos de esos vacíos han desconcertado por completo a los científicos. Se trata de un inmenso espacio de mil millones de años luz de diámetro, el mayor jamás encontrado en todo el Universo, y para el cual los cosmólogos no han encontrado respuesta. En su interior no hay estrellas, ni galaxias, ni planetas, ni siquiera el más leve signo de radiación. En otras palabras, allí no hay nada. Como un inmenso desierto cósmico, simplemente está ahí, desafiando con su sola presencia todos nuestros conocimientos. ¿Podría ser un agujero negro supergigante, con la masa de cientos de millones de galaxias? ¿O quizá la primera prueba de la existencia de un universo paralelo? Por ahora, no lo sabemos...

Fuente: Despertar Sabiendo

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