15 abr 2025

Historias increíbles: La ficción que se volvió realidad

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Hey babies! Sí, sé que hace mil que no escribo pero es que las ganas de hacerlo han ido y viniendo, aunque mayormente el problema ha sido mi vicio a un videojuego que, quien me siga en Instagram, sabrá a cuál me refiero, pero bueno... tampoco quería dejar pasar la oportunidad de hacer este post para celebrar (a ver... celebrar tampoco es la palabra correcta para una tragedia, ¿verdad?) el 113º aniversario del hundimiento del Titanic y, aprovechando que tengo esta sección tan chula que empecé hace un tiempo llamada "Historias increíbles" sacando historias del libro más increíble del mundo y donde mencionan a ese mastodóntico barco, pero... curiosamente no es el Titanic, yo ahí lo dejo...

Un escritor predijo su muerte en el choque contra un iceberg

Un palacio flotante zarpó de Southampton en 1898, en su viaje inaugural. Era el mayor y más grandioso transatlántico jamás construido, con instalaciones lujosas. Pero el navío, que transportaba a pasajeros poseedores de grandes fortunas, nunca llegó a su destino: su casco se rompió al chocar con un iceberg y el barco se hundió, con una gran pérdida de vidas.

Ese transatlántico existía solo en papel, fruto de la imaginación de un novelista llamado Morgan Robertson, que llamó Titan a su barco de ficción y Futility (Futilidad) a la obra que escribió.

Tanto la ficción como la futilidad iban a convertirse en una terrible realidad. Catorce años después, un auténtico transatlántico de lujo partió en un viaje inaugural similar. También llevaba a bordo pasajeros adinerados. También chocó contra un iceberg y se hundió; y, tal como en la novela de Robertson, el desastre causó la pérdida de innumerables vidas, ya que el barco no disponía de suficientes botes salvavidas. La tragedia ocurrió en la noche del 10 de abril de 1912. El barco era el Titanic.

La premonición de un pasajero

El Titan de la novela de Robertson presentaba, además del nombre, muchos otros paralelismos con el verdadero Titanic. Ambos tenían aproximadamente el mismo tamaño, alcanzaban la misma velocidad y poseían la misma capacidad, lo que les permitía transportar cerca de 3000 pasajeros. Ambos eran considerados "insumergibles", y ambos se hundieron exactamente en el mismo lugar del Atlántico Norte.

Pero las extrañas coincidencias no terminan ahí. El famoso periodista W.T. Stead publicó, en 1892, una historia que resultó ser una inquietante predicción del desastre del Titanic. Stead, un espiritista, fue también una de las 1513 personas que perecieron cuando el Titanic se hundió.

Evocación salvadora

Ni la novela de horror de Robertson ni el relato profético de Stead sirvieron de advertencia al comandante del Titanic en 1912. Pero el recuerdo de aquella aterradora tragedia salvó otro navío en circunstancias semejantes, 23 años más tarde.

Un joven marinero llamado William Reeves se encontraba vigilando la proa de un barco de carga que viajaba de Tyneside a Canadá en 1935. Corría el mes de abril, el mes de los desastres contra icebergs —reales o ficticios—, que asombraban el espíritu del joven Reeves mientras hacía su guardia solitaria en la proa del carguero rumbo a Canadá. Su guardia debía terminar a medianoche, la misma hora en que, según sabía, el Titanic había chocado con el iceberg, en un mar igualmente tranquilo.

Estos pensamientos tomaron forma y crecieron como presagios temibles en la mente del marinero, que continuaba su guardia solitaria. Sus ojos, cansados y enrojecidos, escrutaban el horizonte en busca de alguna señal de peligro, sin divisar nada más que una oscuridad impenetrable y sin horizonte. Tuvo miedo de hacer sonar la alarma, temiendo las burlas de sus compañeros. Y también tuvo miedo de no hacerlo.

De pronto, recordó la fecha exacta en la que el Titanic se hundió: el 10 de abril de 1912. La coincidencia era terrible: ese era el día en que él había nacido. La creciente sensación de fatalismo se apoderó de Reeves hasta convertirse en una certeza aterradora. Dio la voz de alarma y el timonel mandó dar marcha atrás a toda velocidad. El navío se detuvo en un remolino de espuma, a escasos metros de un iceberg que se erguía amenazador en la oscuridad de la noche. Icebergs aún más aterradores rodeaban el carguero, y los rompehielos de Terra Nova tardaron nueve días en despejar el camino para el barco atrapado.

¿El nombre del pequeño navío que estuvo a punto de seguir el destino del Titanic? El Titanian.

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