Hey babies! No sé cómo será en vuestros países, pero en España, si a un niño se le cae un diente de leche, un ratoncito mágico se lleva ese diente y le deja un pequeño regalo o una moneda a cambio, sé que por las Américas existe el hada de los dientes, pero desconozco completamente si hace el mismo trato con los niños o si se extiende más allá de ese país. Y yo, por curiosa, he decidido saber cuál fue el origen de ese simpático personaje.
Al parecer, sus orígenes se remontan a 1894, cuando Luis Coloma escribió un cuento a Alfonso XIII (al que su madre llamaba Budy), que por entonces tenía tan solo 8 años y había empezado a perder sus primeros dientes de leche. El protagonista de ese cuento era el Ratón Pérez. Esta tradición se ha mantenido y extendido hasta nuestros días, de manera que, actualmente, se celebra en gran parte de los países de habla hispana, donde también es conocido como el Ratón de los Dientes.El Ayuntamiento de Madrid le rindió un homenaje a este ratoncito instalando una placa conmemorativa en la calle del Arenal, número 8, de Madrid, donde, Luis Coloma, situó la vivienda del roedor en su libro. A la placa le acompaña el siguiente texto:
Aquí vivía, en una caja de galletas, Ratón Pérez, según el cuento que el padre Coloma escribió para el niño Rey Alfonso XIII.
Ahora, son muchos los niños que le mandan cartas e incluso sus dientes a esa dirección. De esta forma se mantiene el objetivo de esta tradición: que los niños se sientan felices frente a la pérdida de un diente, porque a cambio recibirán un regalo, una moneda o una carta.
Y, más allá del detalle que reciben tras cada caída de diente, la figura del Ratoncito Pérez, también busca motivar a los más pequeños sobre la importancia de cuidar de sus dientes.
He visto que existen dos relatos de la historia, yo pondré la versión corta (que tengo mis sospechas que no es la original, pero, como comprenderéis, tampoco me voy a poner a escribir un relato de no se cuántas páginas), pero si os interesa la otra, podéis encontrarla en pdf gratis del Ayuntamiento de Madrid [aquí] (aunque es una adaptación del cuento original).La versión corta dice así:Érase una vez Pepito Pérez que era un pequeño ratoncito de ciudad, vivía con su familia en un agujerito de la pared de un edificio.
El agujero no era muy grande pero era muy cómodo, y allí no les faltaba la comida. Vivían junto a una panadería, por las noches él y su padre iban a coger harina y todo lo que encontraban para comer. Un día Pepito escuchó un gran alboroto en el piso de arriba. Y como ratón curioso que era trepó y trepó por las cañerías hasta llegar a la primera planta. Allí vio un montón de aparatos, sillones, flores, cuadros…, y parecía que alguien se iba a instalar allí.
Al día siguiente Pepito volvió a subir a ver qué era todo aquello, y descubrió algo que le gustó muchísimo. En el piso de arriba habían puesto una clínica dental. A partir de entonces todos los días subía a mirar todo lo que hacía el doctor y aprendía, volvía a mirar y apuntaba todo lo que podía en una pequeña liberta de cartón. Después practicaba con su familia lo que sabía. A su madre le limpió muy bien los dientes, a su hermanita le curó un dolor de muelas con un poquito de medicina.
Y así fue como el ratoncito Pérez se fue haciendo famoso. Venían ratones de todas partes para que los curara. Ratones de campo con una bolsita llena de comida para él, ratones de ciudad con sombrero y bastón, ratones pequeños, grandes, gordos, flacos… Todos querían que el ratoncito Pérez les arreglara la boca.
Pero entonces empezaron a venir ratones ancianos con un problema más grande. No tenían dientes y querían comer turrón, nueces, almendras, y todo lo que no podían comer desde que eran jóvenes. El ratoncito Pérez pensó y pensó cómo podía ayudar a estos ratones que confiaban en él. Y, como casi siempre que tenía una duda, subió a la clínica dental a mirar. Allí vio cómo el doctor le ponía unos dientes estupendos a un anciano. Esos dientes, no eran de personas, los hacían en una gran fábrica para los dentistas. Pero esos dientes, eran enormes y no le servían a él para nada.
Entonces, cuando ya se iba a ir a su casa sin encontrar la solución, apareció en la clínica un niño con su mamá. El niño quería que el doctor le quitara un diente de leche para que le saliera rápido el diente fuerte y grande. El doctor se lo quitó y se lo dio de recuerdo. El ratoncito Pérez encontró la solución: “Iré a la casa de ese niño y le compraré el diente”, pensó. Lo siguió por toda la ciudad y cuando por fin llegó a casa, se encontró con un enorme gato y no pudo entrar. El ratoncito Pérez se esperó a que todos se durmieran y entonces entró a la habitación del niño. El niño se había dormido mirando y mirando su diente, y lo había puesto debajo de su almohada. Al pobre ratoncito Pérez le costó mucho encontrar el diente, pero al fin lo encontró y le dejó al niño un bonito regalo.
A la mañana siguiente el niño vio el regalo y se puso contentísimo y se lo contó a todos sus amigos del colegio. Y a partir de ese día, todos los niños dejan sus dientes de leche debajo de la almohada. Y el ratoncito Pérez los recoge y les deja a cambio un bonito regalo.
Hola, ¡qué interesante! Me ha gustado mucho. No la conocía.
ResponderEliminarUn abrazo. :)
Gracias por tu comentario!
Eliminar~ Aradne
hola! no conocía la historia original y la verdad es que me esperaba más mágia y todo fantasioso pero igual me parece muy mono todo
ResponderEliminarbye~~
Sinceramente, yo también pensé que sería más fantasioso, pero aún así es un cuento muy adorable.
Eliminar~ Aradne
WoW, me ha encantado saber el origen del ratoncito Pérez, no tenía ni idea. Qué entrañable recordarlo. Gracias por compartirlo. Un abrazo
ResponderEliminarGracias por comentar! ♡
Eliminar~ Aradne